lunes, 25 de agosto de 2008

(Reproduced without permission from Harvey A. Cohen, A Dragon Hunter's Box {Illustrated by Jeni Rawson}, Hanging Lake Press, Warrandyte, Victoria, Australia, 1974. )
“Un arquero quiso cazar a la luna porque quería convertirse en el mejor arquero del mundo. Noche tras noche, sin descansar, lanzó sus flechas hacia el astro. Los vecinos comenzaron a burlarse de él. Inmutable, siguió lanzando sus flechas. Nunca cazó la luna, pero sin duda se convirtió en el mejor arquero del mundo.”
(Cuento anónimo.)

Próximo el curso hemos de comenzar con espíritu ambicioso: la Universidad Autónoma de Madrid convocará el III Premio para estudiantes de secundaria, estaremos alerta.

http://www.uam.es/departamentos/ciencias/matematicas/ Podemos ir consultando trabajos ganadores en la I Edición: http://www.uam.es/departamentos/ciencias/matematicas/premioUAM/cube.pdf Pensando en otros proyectos que estimulan el talento maatemático de nuestros adolescentes ( Estalmat); participación en Olimpiadas Thales, Certamen Albayat; sin ánimo de "fabricar genios" unas estrategias para pensar mejor, desde Aristóteles y Leonardo hasta Einstein y Edison.
Estas estrategias son comunes a los estilos de pensamiento de genios creativos en ciencia, arte e industria, a través de la historia.
1. Mire a los problemas de muchos modos diferentes, y halle nuevas perspectivas que nadie antes ha adoptado (¡o nadie ha publicado!) Leonardo da Vinci pensaba que, para ganar conocimiento acerca de la forma de un problema, se comienza por aprender a reestructurarlo de muchos modos diferentes. Creía que el primer modo en que contemplaba un problema era muy parcial. A menudo, el problema mismo es reconstruido y se convierte en uno nuevo. 2. ¡Visualice! Cuando Einstein pensaba sobre un problema, siempre hallaba necesario formular la cuestión de tantos modos diferentes como fuera posible, incluyendo el uso de diagramas. Visualizaba soluciones, y creía que palabras y números como tales no jugaban un rol significativo en su proceso de pensamiento. 3. ¡Produzca! Una característica distintiva del genio es la productividad. Thomas Edison registro 1.093 patentes. Garantizó la productividad brindando para si y para sus asistentes ideas valiosas. En un estudio de 2.036 científicos a través de la historia, Dean Keith Simonton, de la Universidad de California, en Davis, hallo que la mayoría de los más respetados científicos habían producido no sólo grandes obras, sino también muchas “malas”. No temieron fallar o producir mediocremente en orden a llegar a la excelencia. 4. Haga nuevas combinaciones. Combine y recombine ideas, imágenes, y pensamientos en diferentes modos, no importa cuan incongruentes o insólitos sean. Las leyes de la herencia sobre las cuales está basada la moderna ciencia de la genética, provienen del monje austriaco Gregorio Mendel, quien combinó matemáticas y biología para crear una nueva ciencia. 5. Relacione; haga conexiones entre diferentes temas. Da Vinci relacionó el sonido de una campana con una piedra cayendo al agua. Esto le permitió establecer la conexión de que el sonido viaja a través de ondas. Samuel Morse inventó las estaciones de relevo para las señales telegráficas cuando observó los puestos de relevo para caballos. 6. Piense en los opuestos. El físico Niels Bohr creyó que, si uno mantiene los opuestos juntos, y luego suspende el pensamiento, nuestra mente se traslada a un nuevo nivel. Esto le permitió imaginar la luz a la vez como partícula y onda, llevándolo a su concepción del Principio de Complementariedad. Suspender el pensamiento (lógico) puede permitir a su mente crear una nueva forma. 7. Piense metafóricamente. Aristóteles consideró a la metáfora como un signo del genio, y creyó que el individuo que poseía la capacidad de percibir parecidos entre dos áreas separadas de la realidad y relacionarlas conjuntamente, era una persona de talento peculiar. 8. Prepárese a si mismo para una oportunidad. Toda vez que intentamos hacer algo y fallamos, terminamos haciendo algo más. Este es el primer “principio del accidente creativo”. El fracaso puede ser productivo sólo si nosotros no lo consideramos como un resultado improductivo. En lugar de ello: analice el proceso, sus partes, y cómo puede cambiarlas para arribar a otros resultados. No se pregunte “¿Por qué he fallado?” sino, más bien “¿Qué he hecho?”. Adaptado de: Michalko, Michael, Pensando como un Genio: ocho estrategias usadas por supercreátivos, desde Aristóteles y Leonardo hasta Einstein y Edison. Traducción de Daniel H.P. Borocci (Prof.), Allen, Argentina.
Agradezco a Animaciencia su interés por divulgar la ciencia, consulta su web:
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