- El derecho a no leer.
- El derecho a saltarnos las páginas.
- El derecho a no terminar un libro.
- El derecho a releer.
- El derecho a leer cualquier cosa.
- El derecho al bovarismo.
- El derecho a leer en cualquier sitio.
- El derecho a hojear.
- El derecho a leer en voz alta.
- El derecho a callarnos los motivos por los que leemos.
!Claro!, esa pude ser la clave, los mismos derechos que tenemos los lectores adultos y que pretendemos no otorgar a nuestros alumnos. Por eso no quiero que la lectura de libros sea de obligado cumplimiento para aprobar, y sin embargo, "pierdo el tiempo" hablando de libros que pueden si quieren, leer, que no hay que acabar un libro si no gusta, que han de acostumbrarse a leer rápido para saber si algo les interesa y en ese caso, recrearse, que funciona el boca a boca igual que la música o el cine, que si un libro nos gusta que nos lo contemos, y que espero descubran el placer inigualable de devorar un libro, les repito incansablemente la incompatibilidad que creo convencida que existe entre ser estudiante y no leer; intento que disfruten cuando cuando conocemos y usamos en clase palabras nuevas, quiero que se acostumbren a leer las matemáticas en voz alta, igual que otro texto cualquiera, tienen sus signos de puntuación, sus errores gramaticales.
Si no leen, no comprenden, sino comprenden no podrán estudiar matemáticas, filosofía ni cualquier asignatura, o al menos no les será fácil aprobar... Como ejemplo de la falta de comprensión que da lugar a todo tipo de errores en Matemáticas se suele citar la investigación de Stella Baruk respecto a la contestación de una amplia muestra de alumnos al problema denominado "la edad del capitán". Un enunciado típico de este problema es el siguiente: Un barco mide 37 metros de largo y 5 de ancho.¿Cuál es la edad del capitán? Preguntados sobre este problema, la mayoría de los niños en los primeros años escolares responde que 42 ó 32 años. Si se cambia el enunciado, incluyendo otros datos o variando los números se da como respuesta un valor que pueda obtenerse mediante operaciones aritméticas con los datos del enunciado. Son muy pocos los casos de niños que contestan que no tiene sentido la pregunta.
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